Al calzarlas, estando todavía en estático, confirmamos la mayoría de las suposiciones que nos habíamos formado al juguetear con ellas tras haberlas sacado de la caja. Son muy ligeras y los 270 gramos que marcan en la báscula son claramente inferiores a lo que pesa la mayoría de los modelos de trail running.
Quizá alguno pueda decir que no es un peso llamativo y que hay muchas zapatillas minimalistas de trail running muy por debajo, pero hay que tener en cuenta que las Faas 300 TR no son minimalistas, por más que haya sitios que las definan como “una especie de zapatillas minimalistas de trail running”. No, no lo son.
Si obviamos el tema de los tacos, perfectamente podríamos pensar que nos estamos calzando unas zapatillas asfalteras por las sensaciones que nos van transmitiendo al introducir el pie, al atárnoslas e incluso por cómo nos sentimos con ellas una vez puestas.
Esto tiene doble filo ya que suma puntos para los que vienen del mundo del asfalto, que las sienten como “algo a lo que están acostumbrados pero con tacos”, pero también puede serle negativo para los que estén acostumbrados a algunos de los grandes tanques montañeros.
Por supuesto, gran parte de estas sensaciones permanecen cuando nos ponemos en marcha con ellas y, cuando empezamos a exigirle es cuando demuestran que, sin ningún género de duda, son unas zapatillas de trail running.
El primer impacto con las MT 1010 Minimus v2 podría quedar resumido con la siguiente secuencia de sensaciones:
- Al abrir la caja: ¡Qué chulas! cómo mola el diseño, qué buenos acabados.
- Al cogerlas en la mano: ¡Uy, qué ligeras! pero ummm, no flexan mucho para ser unas minimalistas. Ah, vale, es por la placa antirrocas.
- Al meterles dentro los pinreles: ¡Qué buen ajuste! Quedan como un calcetín pero sin agobiar, un pelín sueltas de tobillo pero el empeine está perfecto y en los dedos tengo bastante espacio a lo ancho.
- Al tenerlas ya atadas: Venga, ya vale de contemplarlas embelesado, vamos a pasar a la práctica y a correr con ellas.